Huellas N° 11
Autor
Universidad del Norte
Resumen
La información cada vez más abundante y diversificada, se está ganando la carrera contra el tiempo en que se halla embarcado el mundo actual. Los sistemas electrónicos de tratamiento, memorización y transmisión de la información han adquirido un progreso sin precedentes hasta el punto de que parece que estuviéramos entrando en una nueva era que ni siquiera se puede llamar postindustrial porque representa un salto cualitativo en la historia de la humanidad.
La Universidad debe ir a la cabeza en la adquisición y adaptación de esas innovaciones tecnológicas al proceso de enseñanza-aprendizaje. Esos nuevos y avanzados sistemas de tratamiento de la información refuerzan el papel de la Universidad que, ante la acumulación de datos de todo orden, tiene el enorme reto de enseñar a sus estudiantes a procesar ya manejar la información.
Pero la Universidad, en la medida en que la tecnología se desarrolla, tiene la obligación de asimilar los avances tecnológicos incorporándolos a su misión y llevándolos a un grado más alto de exigencia. Esta última se concreta, más allá de transmitir información, en la tarea de conducir al estudiante al horizonte en que debe aprender a pensar.
Esta tarea ineludible de la Universidad significa que la pedagogía ha de ser su preocupación constante. La pedagogía exige organizar los planes de estudio en torno al progreso intelectual del estudiante, requiere la aplicación del docente al proceso educativo que busque la adquisición de la educación a través de distintos caminos y medios que ofrece la tecnología educativa, la adaptación del proceso para admitir las diferencias individuales, el aprendizaje personalizado, el conocimiento permanente y actualizado y la organización de la investigación como el objetivo más alto y realizable en la clase porque es allí donde comienza la investigación auténtica. El desaparecido epistemólogo suizo Jean Piaget afirmaba que la universidad ideal sería la investigación en todas sus escalas.
Complementando el objetivo pedagógico, incluso yendo más lejos que él en términos de acción educativa integral, debe la Universidad tomar conciencia de su misión formadora que también tiene lugar en la clase, más específicamente, en la relación del profesor con el alumno. Proponerse la formación del estudiante como misión suprema es apuntar al más alto concepto de la cultura que en palabras del educador alemán Alexander Von Humboldt es algo más elevado que civilización, algo más íntimo, esto es, la mentalidad que a partir del conocimiento y del sentimiento de toda aspiración moral e intelectual, desemboca armónicamente en el afecto y en el carácter.
La misión pedagógica y formadora de la Universidad no es una expresión vacía ni un juego de palabras, es un compromiso que condiciona la realización histórica de la esencia de la Universidad.
Así entiende la Universidad del Norte el compromiso que tiene con la sociedad y con sus estudiantes. La búsqueda de ese ideal identifica su deber-ser.
Colecciones a las que pertenece
- Revista Huellas [84]