Huellas N° 16
Autor
Universidad del Norte
Descripción
3. Editorial – 4. El puerto de sabanilla durante el periodo colonial (1) / Sergio Paolo Solano -- 9. El modelo físico del río Magdalena / Pedro Gutiérrez Visbal -- 12. Poesías de Miguel Falquez Certain -- 14. Elementos de protesta social en la música afrocubana / Adolfo González Henríquez -- 21. Lo esotérico en el pensamiento de Rafael Núñez / José I. Lobo Romero -- 23. En torno a Borges, Nietzsche y el eterno retorno / Julio Enrique Blanco -- 33. Quine, un filósofo que nos distingue mucho / Eleucilio Niebles Reales -- 36. Las interioridades de la existencia / Willard Van Orman Quine -- 40. Cuentos breves de José Gabriel Coley / Anne Marie Mergier -- 42. La moral del lenguaje de Heinrich Boll / Anne Marie Mergier -- 46. La investigación científica en América Latina / Carlos Acosta y Raymundo Abello -- 50. Una constitución por aplicar / Ramiro de la Espriella -- 54. García Márquez y Barranquilla / Alfonso Fuenmayor -- 59. El caso de la Universidad del Norte / Jesús Ferro Bayona.
Resumen
EL RÍO MAGDALENA
El 6 de septiembre de 1985 fue una fecha importante para la Universidad del Norte. Ese día, en ceremonia presidida por el señor Ministro de Obras Públicas, Rodolfo Segovia Salas, se firmó el contrato de consultoría entre el Ministerio y la Universidad, mediante el cual ésta se encargó de operar, administrar y mantener en adecuado funcionamiento el Laboratorio de Ensayos Hidráulicos de Las Flores.
Se había dado un paso decisivo para que la capacidad científica y tecnológica de la Universidad del Norte llegara por fin, tras años de incansable solicitud al Ministerio, a ponerse al servicio de la investigación sobre el río Magdalena en ese tramo final y vertiginoso que va del Puente Pumarejo hasta las Bocas de Ceniza, y más allá de la Barra en el océano de que habla el geógrafo francés Eliseo Reclus en la Nueva Geografía Universal, capítulos V del tomo XVII y IV del tomo XVIII dedicados a Colombia.
Observando el cauce del río, el geógrafo francés anota que el tronco del Magdalena, entre su último gran afluente, el Cauca-San Jorge, y la primera rama de su delta marítimo, el Dique de Calamar, no mide sino muy corta longitud, en proporción con todo su desarrollo fluvial, un centenar de kilómetros; pero a pesar de esas ramas casi toda la masa líquida permanece en la vaguada principal. Anotación que nos da aviso, señalando la formación del delta en Calamar, sobre una antigua y múltiple desembocadura, quizás de innumerables brazos, si remontamos a la prehistoria del río.
En la época en que Eliseo Reclus visitó la región, el río Magdalena salía al mar por las Bocas de Ceniza y por la Ciénaga Grande. Por esos canales, sin profundidad y casi sin corriente, anota, no rueda sino una débil cantidad de agua y el río propiamente dicho prosigue casi íntegro hasta la triangular isla de los Gómez, donde se abre en dos grandes brazos que encierran el delta verdadero. El brazo oriental, o río Viejo, ancho de 500 a 800 metros, no tenía sino metro y medio de profundidad y apenas daba paso a las barcas. El gran brazo era el oeste, la Boca de Ceniza, en la cual los vapores se aventuraron por primera vez en 1857. Su paso, apoyado en un fondo de roca sólida, en ocasiones ha tenido una gran profundidad, 24 pies y medio de calado y hasta 32; en 1875, ofrecía un canal regular de 23 pies, pero se obstruía con frecuencia, y la falta de balizas, y en especial la carencia de observaciones regulares y sostenidas, han sido causa de frecuentes desastres.
Se debe conocer la historia para no repetir sus errores. Las anotaciones hechas por Eliseo Reclus forman parte del inmenso repertorio de datos sobre el comportamiento del río Magdalena, su profundidad, sus cambios, sus amenazas que siguen ahí silenciosas, pero realizando su labor noche y día. Esa memoria consignada sobre el histórico río debe ser
un punto de partida para las investigaciones que ha empezado a desarrollar este año la universidad con la puesta en marcha del Modelo Hidráulico que construyeron definitivamente los franceses entre 1972-1977. Lo que ha debido ser el inicio de ensayos y estudios continuos, se convirtió en olvido, dejadez y herrumbre, porque, una vez ida la misión francesa, no se volvió a estudiar científicamente el río y los barranquilleros proseguimos en la lucha por la obtención de los presupuestos para el dragado sin preocuparnos de conseguir los dineros necesarios para el funcionamiento del Modelo Hidráulico, esperando que desde la capital se solucionaran los problemas del río y olvidándonos de que éste es una corriente de veinticuatro horas continuas a la que hay que examinar para saber de quién se trata, quién es ese amigo con el que convivimos, qué lleva, qué trama.
Se requiere estudio, observación, eso que en el lenguaje de quienes manejan el Modelo Hidráulico se llama simulación o análisis a escala. La Universidad del Norte asumió el compromiso que le corresponde como centro de estudio y de investigación: observar el río, medir su comportamiento, realizar ensayos de ingeniería hidráulica para entregar al gobierno y a los expertos los resultados de sus pesquisas, sabiendo que, paradójicamente, se está moviendo dentro de los límites de una ciencia inexacta, porque quien cree que los estudios a escala reproducen exactamente lo que sucede en la realidad está resbalándose en la pura y simple extrapolación.
El río trabaja incesantemente, no aguarda a que las guerras terminen, no espera a que haya presupuesto. El sigue abriendo camino. Sabemos que en los mapas antiguos de Colombia aparece como un candelabro de siete brazos. En 1570, el Magdalena, entre Bocas de Ceniza y el Canal del Dique, había desparramado una zona déltica cuya parte septentrional recibió más tarde el nombre de Sabanilla. Entre tierra firme y el cordón litoral que existió en toda la extensión de Sabanilla, formado por la isla Verde, isla de Sabanilla, isla Portovelillo y otras, desembocaban muchos canales menores que llamaron caños y que todavía hoy vemos en Barranquillita.
A ese río, cuya historia ha sido cambiante y que tiende a buscar viejos cauces, hay que conocerlo para que Barranquilla tenga la oportunidad de hacer un pacto con él y vuelva a utilizarlo con confianza y provecho. A esa apremiante tarea la Universidad del Norte aportará su grano de arena con las investigaciones iniciadas en buena hora, pues en este año cumple cuatro lustros de haber sido fundada. -- Jesús Ferro Bayona.
Colecciones a las que pertenece
- Revista Huellas [84]